El caso de la compañera, Elena, es el típico en el que se va quemando a las trabajadoras más veteranas para que se vayan con el objetivo sustituirlas por personal con contratos más precarios. Hace algunos años la cadena de calzado CASAS –que tiene repartidas tiendas en varias provincias–, contrató una nueva supervisora de tiendas para realizar este tipo de cometidos. Nada más entrar empezó a acosarlas, tratándolas a gritos y moviéndolas de tiendas a instancias del Departamento de Recursos Humanos (RRHH). Cuando le tocó el turno a ella no aceptó ese maltrato, protestó y lejos de evitar que su situación se repitiese, fue a más. Le propusieron continuos pactos novatorios donde se menoscababa su relación laboral. Nunca llegó a firmarlos, terminando por respetarle su categoría, aunque bajándole sus funciones de encargada a dependienta.
Además de a su sindicato, fue a un primer abogado que había pleiteado contra ellos en casos de otras compañeras y éste inicialmente notificó a la empresa que se le estaba haciendo «mobbing», proponiéndosele aceptar un acuerdo en el que retomaría su categoría si asumía una falta que jamás realizó. Tampoco lo aceptó y terminó enfermando por ansiedad.
Después una larga baja por ansiedad, en Inspección de Trabajo concluyeron que la incapacidad laboral, que se alargó hasta 18 meses, derivaba de accidente de trabajo, por lo que le recomendamos acudir a un conocido abogado laboralista. Tocaba reincorporarse al mismo y se le citó en las oficinas de RRHH para tantearla. Argumentaron que la supervisora ya no estaba e intentaron convencerla diciendo que no sabían nada de lo ocurrido. Allí, un compañero del sindicato les recordó que ella seguía estando mal y que no era posible que no estuvieran al tanto, ya que todos los pactos novatorios presentados estaban firmados por ellos mismos. Poco después presentó una demanda por daños. Una vez reincorporada, el ritmo de trabajo provocado por el cambio de funciones le está provocando lesiones osteomusculares, volviendo a tener que coger bajas periódicas por este motivo.
Posteriormente, debido a una jubilación repentina por enfermedad que conllevó el cierre del despacho de quien presentó la demanda, el juicio de reclamación de daños tuvo lugar el pasado 19 de enero, siendo llevado por un abogado afín, cercano a la CNT-AIT. Durante el mismo, el abogado de la empresa intentó convencer con falsos argumentos y declaraciones de dos testigos –la representante de RRHH y la presidenta del Comité de Empresa»– que la empresa «no tenía conocimiento» de los daños que se le provocaron e intentó cubrirse, por si acaso, en una póliza suscrita con Generali Seguros. Por su parte, el representante de la aseguradora argumentó que los daños causados a nuestra compañera no estaban cubiertos en la póliza contratada por CASAS e intentó que la indemnización que pudiera derivarse de las lesiones provocadas se extendiera exclusivamente a dos meses, debiendo de recordarle el juez que, en cualquier caso, los márgenes son los comprendidos entre la baja laboral y el alta definitiva.
Así pues, el juicio ha quedado visto para sentencia, pero… lo que no se esperaba la empresa es que previamente a la celebración al mismo, el abogado de Elena había interpuesto una nueva demanda, esta vez por acoso laboral, por la que tendremos que vernos de nuevo las caras con CASAS el próximo 17 de febrero, en Terrassa.
La militancia de su sindicato ya ha empezado a movilizarse, pero para antes de esa fecha esperamos que la solidaridad del resto de sindicatos contribuya a difundir lo ocurrido mediante la acción directa, sea en Barcelona o donde Calzados CASAS tenga negocios de cara amable y condiciones miserables.
¡¡¡CASAS ACOSA!!!
¡¡¡Boicot a Calzados CASAS!!!