Murió José Cuevas Casado.
Para muchos se nos fué Pepito Cuevas, Pepe, Pepín como le llamaban por Andalucía y otros lugares, en los últimos años.
Militante desde los primeros tiempos de la mal llamada transición, tanto en la confederación como en la “específica”. Conoció Via Layetana y la hospedería forzosa de la calle Entenza precisamente por acudir a una conferencia de grupos. Para su desgracia, allí estaba el confidente que marcaría su vida y el destino de la CNT.
Involucrado en el incendio de la sala de fiestas Scala, junto con otrxs compañerxs, sufrió torturas por parte de la policía y luego en cada uno de los centros de triturar carne, eran recibidos con el famoso paseillo de porras y culatas de fusil que de manera metódica, con un sadismo sin parangón, les era aplicado por boqueras y picoletas que competían por ver quien era más brutal.
En la cárcel se organizan para plantar cara a cualquier tipo de injusticia y participan en todo intento de fuga. En Carabanchel, donde por motivos judiciales coincidieron con otros compañerxs, se organizaron en comuna, siendo Pepe un cocinero consumado al cual sus compañerxs celebraban siempre que le tocaba cocinar por las comidas tan buenas que realizaba.
Una vez en libertad, después de un tiempo ejerciendo su profesión, se va a vivir al Massot, una masía con tierras, bosques y pastos. La casa estaba en mal estado y él la recupera a cambio de no pagar alquiler unos años. Cría ovejas, cabras, gallinas y algún pato. Es feliz, dueño de su destino y se le nota. Con el paso del tiempo diversifica sus afanes y se hace albañil ocasional pero con el tiempo, gana esta afición al cuidado de los animales.
Más adelante, conoce a la que sería la madre de su segundo hijo, deja el Massot y se van a Granada. Allí milita en el sindicato de oficios varios. Los últimos años, sus facultades físicas se ven mermadas y comienza una batalla por revisar su caso. El tiempo jugó en su contra, la parca llegó antes de que nada se pudiera hacer.
Es de señalar que ninguna denuncia por torturas y malos tratos, de las muchas que se pusieron, prosperó.
Compañero Pepe, que la tierra te sea leve…
Daniel C. Fernández