Otro 20 de noviembre nos encontramos aquí para rendir homenaje a un anarquista que quizás, empujados por un pensamiento que rehúye de idolatrías, nos gustaría decir que era solo uno de tantos compañeros que enfrentó al fascismo y dejó su vida en ello. Y eso sería fiel al sentir de Durruti cuando decía aquello de “no permitáis que surjan líderes entre vosotros”. Pero Durruti, seguramente a pesar de él, es para el movimiento libertario un referente por su trayectoria que miró de ser fiel a la coherencia entre medios y fines que siempre ha pregonado el anarquismo. Con su muerte el movimiento libertario recibía un duro golpe que le haría más vulnerable frente a sus enemigos del frente (los fascistas) y la retaguardia (estalinistas, nacionalistas y republicanos de la pequeña burguesía).
Pero Durruti no solo fue opositor a los enemigos acérrimos del movimiento libertario sino también a los espíritus pusilánimes que desde dentro del anarquismo dieron, en su momento, un voto de confianza a la República viendo contraproducente, en su momento, la propaganda revolucionaria. Su actitud intransigente con los principios anarquistas le llevó a enfrentarse, en varias ocasiones, con el anarquismo más institucionalizado en los Ministerios: antorcha que luego recogerían agrupaciones como “Los Amigos de Durruti” de Jaime Balius y Pablo Ruiz ¿Pero realmente nos sirve de algo sabernos la historia si no hemos de sacar ninguna enseñanza para el presente? ¿Acaso un espíritu intransigente como el de Durruti no nos haría falta hoy ante la deriva socialdemócrata general que invade lo que, anteriormente, eran los movimientos revolucionarios de distinto pelaje en todo el mundo?
Las guerrillas de liberación nacional en África y América Latina ya hace tiempo que mudaron a las tiendas ideológicas del centro-izquierda, los comunistas ahora son comunes y los anarquistas también hemos sufrido el azote de estos vientos reformistas. La intransigencia del grupo de Durruti acusando a los comunistas de pequeño burgueses y contrarios a los intereses de la clase obrera no ligaría muy bien, hoy en día, con frentepopulismos renovados, así como la crítica a Maciá por haberse puesto del lado de la burguesía no cazaría bien, hoy en día, con el apoyo a movimientos nacionalistas de masas por muy emancipadores que se hayan presentado. Si queremos hacer justicia a Durruti recuperemos entonces aquel anarquismo revolucionario y comunista libertario que fue su seña de identidad hasta su trágica muerte.
Y llevémoslo como bandera a todas las luchas: contra la carestía de la vida, los desahucios, las leyes racistas, la explotación laboral, las prisiones, el machismo y por la solidaridad internacional, sin quedarnos en nuestra burbuja ideológica pero tampoco con la obsesión por crecer a toda costa pues ningún edificio resistente se construye sin unos buenos cimientos.
¡Viva el compañero Durruti!
¡Viva la revolución social!
¡Viva la anarquía!